En 1991, en lo profundo de los sagrados muros de la Abadía de Koningshoeven, se desveló discretamente la primera Quadrupel del mundo . Mi nombre definiría todo un estilo, pero me mantengo arraigado en la tradición, elaborado con reverencia y esmero. Soy el peso pesado original, nacido en secreto y con alma.

Ámbar y brillante, coronada por una espuma cremosa, abro con dulces aromas a pasas, vainilla, plátano y clavo. Un sorbo y la calidez comienza: ricas profundidades malteadas se despliegan en dátiles caramelizados, nueces tostadas y una sutil especia que perdura mucho después de vaciar la copa. Soy corpulenta, intensa, pero increíblemente suave: una presencia reconfortante en cualquier estación.

Ideal para acompañar guisos contundentes, queso azul o un trozo de chocolate negro a la luz de las velas, soy más que una cerveza. La Trappe Quadrupel es un triunfo trapense, elaborada para calentar cuerpo y alma.